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viernes, 3 de febrero de 2012

Tomato Chlorosis Virus

Cuando empeze en esto del peritaje en la zona de Roquetas de Mar y Vicar –allá por el 1997– estabamos demasiado preocupados con el TYLCV como para pensar en otra cosa. Los tomates Daniela que haciamos por aquellas fechas se enviraron todos aquel invierno, tratabamos contra mosca blanca tres veces por semana y –al menos en la empresa donde yo trabajaba– colocamos kilometros de mallas anti-insectos. La situación con el "virus de la cuchara" era muy grave, así que no le hicimos demasiado caso a las clorosis galopantes que aparecían en las hojas viejas de los tomates. Tenía toda la pinta de una carencia de magnesio, así que lo arreglabamos subiendo el sulfato de magnesio en el abonado y recetando corectores "a punta pala". Bueno; lo de arreglarlo es un decir, porque la clorosis acababa comiéndose las pocas matas que no había que despuntar por el virus... Como ha pasado más de una vez en esta tierra mia nos pasamos de listos; asi que los peritos de este campo nos quedamos con la boca abierta cuando 3 años despues unos malagueños de la Estación Experimental La Mayora (dependiente del CSIC) –después de publicar este artículo– llegaron a una charla anunciándonos que el ToCV Tomato Chlorosis Virus–era el agente causal de esas clorosis. Un par de años después se realizó una prospección por toda España (ver aquí) en la que se pudo comprobar que el virus se había extendido por Andalucía, Murcia, Valencia y Las Islas Baleares.
El ToCV es un crinivirus trasmitido de forma semipersistente por moscas blancas –tanto por Bemisia tabaci como por la menos frecuente Trialeurodes vaporariorum– y podéis ver sus síntomas en la primera imagen. Comienzan por una clorosis muy marcada en las hojas bajas o intermedias de la planta, que va agravándose conforme la hoja envejece. En muchas ocasiones estos amarilleos van asociados a manchas de color pardo a ligeramente purpura, o a lesiones necróticas en las hojas. Conforme la enfermedad avanza, las hojas viejas se enrrollan sobre si mismas y se vuelven fragiles y quebradizas. El desarrollo de las plantas infectadas se ve muy mermado y –aunque no aparecen daños en el fruto– baja bastante el calibre y –sobre todo– la producción.
Si recordais el último post que publique sobre los virus, sufrimos otros crinivirus en nuestros cultivos. El más importante y conocido es el CYSDV –el "virus del amarilleo" de las cucurbitáceas– y el ToCV se comporta de manera muy similar. La dispersión en el cultivo depende de la población de mosca blanca que tengamos, sobre todo justo después del trasplante que es cuando la planta es más sensible. En la finca donde he hecho las fotos sufrimos una entrada de mosca blanca bestial nada más plantar, procedente del arranque de unos tomates de verano de una explotación vecina. Aunque acabamos con la mosca en menos de una semana (¡Bendito Teppeki!) tuvimos que reponer el 60% del las plantas –se las llevó el "virus de la cuchara"–, pero a los pocos meses pudimos comprobar que el 40% que se quedó en el bancal –la plantación es de Caniles, una variedad con cierta tolerancia a TYLCV– estaba infectado de ToCV. En la primera foto podéis ver la diferencia que hay ahora entre las plantas repuestas (mucho más desarrolladas) y las que no se repusieron (cloróticas y raquíticas) Otra característica de los crinivirus es que sólo se desarrollan en el floema, así que les cuesta trabajo cambiarse a otros tallos de la planta (la situación que ilustra la segunda imagen es habitual) Menos mal que, igual que el "virus del amarilleo", no afecta al fruto que –como también podéis ver en la segunda foto– es de bastante calidad.
En esta finca –infectada desde el principio– los síntomas son muy claros, aunque a pesar de ello la analizé y puedo asegurar que sin lugar a dudas los síntomas se deben a este virus. Pero en infecciones más tardías y/o con síntomas iniciales es muy fácil equivocarse. Para ilustrarlo, y con el permiso del compañero Lorenzo –desde aquí mi agradecimiento– he montado la tercera imagen con unas fotos que tomó hace unas semanas en su explotación de Nijar. Ni yo ni nadie puede asegurar que esas clorosis sean debidas a una carencia o al ToCV. En estos casos es necesario analizar la planta y –descartado el ToCV– hacer una analisis foliar para ver si falta algún nutriente. Desde luego puede ser carencia de magnesio; este ión se absorbe por "flujo de masas" –es decir, cuando la planta toma agua del suelo– y, siendo el tomate una planta muy exigente en este elemento, es fácil que en invierno –con poco consumo de agua por parte de la planta– aparezcan ligeras carencias de magnesio. Pero, evidentemente, "ligeras carencias" no significa que la planta acabe completamente clorótica, raquítica y acartonada... A pesar de que el ToCV lleva más de una década dando por saco y a pesar de lo evidentes que son sus síntomas cuando la enfermedad está bien desarrollada, muchos agricultores –y alguno de mis compañeros de profesión– todavía utilizan correctores de magnesio cuando ven estos síntomas. Alguno tiene todavía más delito y directamente hecha quelatos de hierro... Se ve que el Secuestrene es como la aspirina: Vale para todo.
Por cierto, hace años que se detectó el ToCV infectando pimiento en Almería y en La Mayora ya están trabajando en ello (ver aquí), así que será cuestión de tiempo (esperemos que bastante) el que empiezen a salir positivos de este virus en ese cultivo.

1 comentario:

  1. Muy buenos los comentarios y los análisis!!!! Enhorabuenna

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